Preguntas Frecuentes

Estamos en la tierra para conocer y amar a Dios, para hacer el bien según su voluntad y para ir un día al cielo.
Dios ha puesto en nuestro corazón el deseo de buscarle y encontarle. San Agustín dice: "Nos hiciste, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti".
El hombre, mediante la razón, puede conocer que existe Dios, pero no cómo es Dios realmente. Pero como Dios quería ser conocido, se ha revelado a sí mismo. Dios no estaba obligado a revelarese a los hombres. Lo ha hecho por amor.
En Jesucristo Dios nos muestra toda la profundidad de su amor misericordioso.
Transmitimos la fe porque Jesús nos encarga: "Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos"
La verdadera fe la enconramos en la Sagrada Escritura y en la Tradición viva de la Iglesia.
La Biblia no pretende transmitirnos precisión histórica ni conocimientos de ciencias naturales. Los autores eran además hijos de su tiempo. Compartían las representaciones culturales de su entorno y en ocasiones estaban anclados a sus limitaciones. Pero todo lo que el hombre debe saber acerca de Dios y del camino de la salvación se encuentra con certeza infalible en la Sagrada Escritura.

La fe es saber y confiar. Tene siete rasgos:

· La fe es un puro don de Dios, que recibimos, si lo pedimos ardientemente.

· La fe es la fuerza sobrenatural que nos es necesaria para obtener la salbación.

· La fe exige la voluntad libre y el entendimiento lúcido del hombre cuando acepta la invitación divina.

· La fe es absolutamente cierta, porque tiene la garantía de Jesús.

· La fe es incompleta mientras no sea efectiva en el amor.

· La fe aumenta si escuchamos con más atención la voz de Dios y mediante la oración estamos en un intercambio vivo con él.

· La fe nos permite ya ahora gustar por adelantado la alegría del cielo.

Nadie puede creer por sí solo, como nadie puede vivir por sí solo. Recibimos la fe de la Iglesia y la vivimos en comunión con los hombres con los que compartimos nuestra fe.
No hay una contradicción irresoluble entre fe y ciencia, porque no puede haber dos verdades.
"Dios es Luz y en él no hay tiniebla alguna". Su palabra es verdad, y su ley es verdad. Jesús mismo garantiza la verdad de Dios, cuando declara ante Pilato: "Yo para eto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad".
Si Dios es amor no hay nada creado que no sea sostenido y abrazado por una benevolencia infinita. Dios no sólo explica que él es amor, sino que lo demuestra: "Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos".
Cuando se ha conocido a Dios hay que ponerlo en el primer lugar de la vida. Con ello comienza una nueva vida. A los cristianos se les debe conocer porque aman incluso a sus enemigos.
Veneramos a Dios como padre por el hecho de que es el Creador y cuida con amor de sus criaturas. Jesús, el Hijo de Dios, nos ha enseñado además a considerar a su Padre como nuestro Padre y a dirigirnos a él como "Padre nuestro".
El Espíritu Santo es la tercera persona de la Santísima Trinidad y de la misma naturaleza divina del Padre y del Hijo.
Sí. La fe está abierta a los descubrimientos e hipótesis de las ciencias naturales.
En el símbolo de la semana laboral, que es coronada por un día de descanso, se expresa qué bien, qué hermosa y que sabiamente ordenada está la Creación.
Sí, pero de un modo misterioso; Dios conduce todo por caminos que sólo él conoce, hacia su consumación. En ningún momento deja se su mano aquello que ha creado.
"Dios permite el mal sólo para hacer surguir de él algo mejo" Santo Tomás de Aquino. Hay muchas cosas incomprensibles. Pero tenemos una certeza: Dios es totalmente bueno. Nunca puede se el causante de algo malo. El "infierno en la tierra" es obra de los hombres la mayoría de las veces. La muerte y la resurreción de Jesucristo nos muestra que el mal no tuvo la primera palabara y no tiene tampoco la última. Del pero de los males hizo Dios salir el bien absoluto. Creemos que en el juicio final Dios pondrá fin a toda injusticia. En la vida del mundo futuro el mal ya no tiene lugar y el dolor acabará.
El cielo es el "medio" de Dios, la morada de los ángeles y los santos y la meta de Creación. Con la expresión "cielo y tierra" designamos la totalidad de la realidad creada.
Nuestra fe llama "infierno" al estado de la separación eterna de Dios. Quien en la presencia de Dios ve con claridad el amor y sin embargo no lo acepta, se decide por este estado.


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